LOS CINCO MUNDOS DEL PUEBLO KUKAMA KUKAMIRIA

 El mundo empieza cuando el primer hombre kukama, llamado Kémarin, nació de una gran mujer boa y, al nacer, recibió el poder de su padre, Kémari. Al hacerse joven escuchó voces desde el agua de donde salió, que le decían: “Hijo, en el lugar donde estás no sólo eres tú quien vive, hay más personas, animales y otros seres, a todos ellos los verás en tus sueños (visión) y los gobernarás para toda la vida”. Antiguamente, Kémari era un viejo bueno, tranquilo, que vino a la tierra y preñó a la boa para que de allí saliera el pueblo kukama. Era así por haber cumplido con las dietas y conductas. Es llamado Kémari porque las palomas lo llevaron hasta el último espacio del mundo para mirar desde allí a sus hijos kukama, que nacen y mueren. Él ya no es persona de la tierra, es del espacio llamado cielo; se convirtió en ángel.

El mundo está sostenido por cuatro hombres de dos cabezas, son hombres gigantes que lo están cargando. Su color es negro en todo su cuerpo, no comen, tienen bastante fuerza para resistir el peso del mundo kukama-kukamiria. Cuando se cansan y se cambian para cargar la tierra, hacen el temblor, entonces decimos que los hombres negros se están cansando.
Los primeros tsumi, chamanes ayahuasqueros, conocen por medio de sus visiones que tenemos cinco espacios en donde se encuentran los seres de la naturaleza y los seres invisibles:
- Primer Sol: donde está la ciudad debajo del agua, donde viven los seres kuarara y el Muiwatsu, boa grande.
- Segundo Sol: donde está el agua con sus animales, y la sirena.
- Tercer Sol: donde se encuentra el pueblo kukama-kukamiria y sus bosques, los seres de la naturaleza (terrestres y aéreos) y los seres invisibles.
- Cuarto Sol: donde está la ciudad de las almas.
- Quinto Sol: donde está Dios, el ángel Kémari y el Cóndor mama.
Los llamamos así porque pensamos que el Sol atraviesa los cinco espacios del mundo.
Primer Sol, Wepe Kuarachi
Allí se encuentran los seres que viven bajo la tierra, debajo del agua. En este espacio viven los kuarara, que se tapan con sus gorras de rayas (peces), con sus pies redondos, anchos. Viven en dos casas de pura tierra. Tienen sus crías, las taricaya mamas (madres de las tortugas acuáticas) y su cría el tigre. También se encuentra un inmenso Muiwatsu (boa) que bota burbujas al mundo de los peces y que se encarga de jalar a los espíritus de los muertos malos para convertirles en otra boa. En este primer espacio hay una espesura de poca agua, con tierra. En el medio viven seres que el dios kukama, Kémari, castigó. Este Muiwatsu era espíritu malo de brujo, que mataba a cualquier persona; por ese motivo Kémari no recibió su alma y lo pone en las cochas (lagos) remontadas o bajo el agua para que cumpla desde allí todas sus faltas que ha cometido. El Muiwatsu es madre de las cochas, al cabecear hace temblar toda el agua. Los seres kuarara le dicen a su cría, el tigre, que lo agarre al Muiwatsu del rabo para que no salga de la cocha; entonces el tigre corre a sujetarlo. La boa grande hace mucha fuerza, quiere escaparse. Los kuarara le dicen a su cría taricaya mama: “Anda, ayuda al tigre, con tu peso aprieta a ese Muiwatsu para que no escape de la cocha, él es quien siempre nos ayuda a sujetar la tierra. Si sale, hará remolinos grandes (muyunas)”.
Segundo Sol, Wepe Mukuika
Es donde viven los peces, lagartos, bufeos, el paiche y las boas pequeñas. Aquí vive la Ipira mama con su cabello largo. Ella es la dueña del agua, ella decide que merme o crezca el agua de los ríos y las cochas. Desde allí conversa con el tsumi (chamán kukama) para decirle algo que va a suceder en el río.
Tercer Sol, Mutsapirika
Es habitado por la gente del pueblo kukama-kukamiria, animales, plantas, gente muerta, seres naturales, curanderos. Este espacio está boyado o flota en el agua. Antes de construir nuestras casas conversamos con los espíritus del bosque y pedimos que nos den los materiales que necesitamos. Cuando queremos sembrar, pescar o ir de cacería se les pide a los dueños o “madres”, espíritus que existen en el monte, en el agua, en la tierra, en el árbol y otros lugares como en la colpa, la cocha, la quebrada o en la chacra. Cuando se pone trampa, se les tiene que pedir o hablar algo diciendo bien. Sinó, estos espíritus no hacen posible que los animales caigan en las trampas puestas, es decir, hacen correr a sus crías.
Al pie de un huasai (palmera) está la “madre” de los animales del monte: el Shapishico. A él no le gusta que se disminuyan sus crías, por eso arranca la soga de la trampa elástica para que salga el majás (roedor) y el venado, y la trampa se queda arqueada, sin resistencia, por la fuerza del animal.
Cuando se encuentran aguajes (palmeras) en la época de producción y alguien corta un tronco, esos aguajes son protegidos por sus “madres”. Ellos son los dueños del aguaje, usan camisas rojas, pantalones negros y sombreros; ellos cuidan sus plantas. Si alguna persona va a destruir aguajales, las “madres”comienzan a llamar al viento con su poder y precisamente viene un ventarrón sin ninguna lluvia y con este fuerte viento la persona que está tumbando el aguaje se desmaya, con esos malos olores que atrae el viento, ya sea olores de palos podridos, algunas resinas o algún animal muerto. En todos estos malos olores que recibe, el hombre comienza a debilitarse por el daño que hace la “madre” del aguajal. En el aguajal existen todo tipo de plantas medicinales y plantas hechiceras. Todas ellas tienen sus “madres” y con todas se relaciona el médico ayahuasquero, tsumi.
Hay una casa donde el tsumi cocina su ayahuasca. Después de cocinarla, se va más allá, a un lugar silencioso para tomar la ayahuasca y se sienta en una banquita icarando (llamando a los espíritus) con cigarro mapacho; con la otra mano agarra la shacapa (atado de hojas, para espantar a los malos espíritus). A su lado va a poner el afrecho del ayahuasca que saca de la olla; la olla seguirá humeando hasta que quede pura esencia de ayahuasca. Debe tener una planta de chacruna para mezclar con el ayahuasca, porque sin esta mezcla no hace efecto, no hace ver visiones. También debe tener un tronco de tabaco (cigarro mapacho) que se utiliza en el mismo momento para que se acerque la “madre” del ayahuasca. Si el tsumi en su visión ve que hay una vela prendida dentro de una casa, significa que va a haber muerte en esa casa. Antes que muera la persona, su alma anda vagando por el espacio, anda volando en el aire. Antes, cuando alguien moría, las familias abandonaban las casas, de pena, y las hojarascas secas se amontonaban sobre el techo.
Cuarto Sol, Iruaka
Es la ciudad más grande de las almas. Ellas se relacionan con el médico ayahuasquero que vive aquí, en el tercer espacio. Viven ahí personas buenas, aves, también hay estrellas, candela, un camino por donde llegan los muertos de la tierra a la casa donde juzgan a los buenos y malos. Se sabe que dentro de la casa grande de las almas hay miles y miles de velas. Son velas de la gente que viven aquí en la tierra. Las velas enteras y bien prendidas son las de la gente que va a tener larga vida; las velas delgadas que están por terminar son para las personas que no van a tener larga vida, y las velas que están terminándose son para la gente que están en días de morir o de los más ancianos.
Al lado de la casa grande hay un fuego ardiente donde son quemadas las almas malas; las almas que viven dentro de la casa grande ellos las hacen cumplir sus castigos por los malos actos que hacían aquí en el mundo con sus parientes. En cuanto llega el alma malo al pie de una cruz grande que está al comienzo de la carretera, los pájaros mai-mai, comienzan a gritar fuertemente. Al escuchar que gritan, las almas de la casa grande vienen por las carreteras a encontrar el alma para llevarle a la casa de ellos. Allí en la casa grande hay almas que son guardianes que cuidan las velas y también vive el primer curaca kukama, quien llegó primero a esa casa. Los muertos malos son quemados en la candela. La ceniza lo riegan y forman las nubes del cielo. Sus espíritus se forman en boas, tigres, aves extrañas. Y viven llamando en lugares peligrosos, en los bosques oscuros y en sus chacras.
En las casas que se encuentran entre las flores, pájaros, estrellas, nubes pequeñas, con los mai-mai sobre la cumbrera (techo), viven las almas de los muertos buenos. Ellos viven allí sembrando camote para que coman los muertos que van a venir. La carretera del cielo está cubierta de flores. A ambos lados están los pájaros mai-mai chupando las flores.
También hay dos señales que son camino del Sol y camino de la Luna. El camino del Sol está más arriba que el camino de la Luna porque estando cerca del tercer espacio, afectaría mucho a la gente y a otros seres. Por eso Dios lo colocó en el último espacio, casi a su nivel, y a la luna más abajo. Porque si el camino hubiera sido unido, en cualquier momento habría eclipses. Por eso Dios hizo con su poder que cada cual tenga sus caminos para caminar.
Quinto Sol, Pichka
Es de color celeste, en él se encuentra Dios rodeado de sus ángeles en medio de las nubes grandes; desde allí nos mira. También está el dios kukama, Kémari, una paloma transformado en ángel. Dios es el anciano, vive en su techado, solamente sus ángeles lo hacen sentar. Dios dice a sus ángeles: “Hijos, a ver, arranquen mi pelo para mirar si es blanco”. Entonces ellos hacen como si le jalaran su pelo, pero no le arrancan ningún pelo. Mientras que Dios no los ve, con la otra mano arrancan su pelo de ellos. Arrancando su pelo, lo hacen mirar. “Dios padre”, le dicen, “aquí esta tu pelo”. Dios padre dice: “¿Verdad que este será mi pelo? Porque yo lo veo que está negrito”. Después de eso, nuevamente los ángeles lo hacen echar en su pesebre. Si Dios padre mirara que su pelo es blanco, en ese preciso momento se levantaría y vendría aquí a la tierra para hacer su juicio final y crear otro nuevo mundo.
También, más abajito, se encuentran los cerros y, elevado en medio de eso, vive el Cóndor mama. Él es jefe de todas las aves de la tierra, desde allí mira a las otras aves para poder ordenarles qué hacer.
Cuando el mitayero (cazador) ve que el venado o la sachavaca caen en la trampa, pero que el animal haciendo fuerza se arranca la soga y corre, al no poderlo alcanzar, solamente lo maldice, diciendo: “Has corrido llevando la soga, morirás allí y te va a comer el Cóndor mama”. Entonces, de cansancio, el venado se enreda en una rama y se muere. El mitayero se comunica con el Cóndor mama y le dice: “Cóndor mama, usted que miras desde lo alto, te invito que vengas acá al mundo a comer el venado podrido”. Entonces baja el Cóndor por su camino por donde alumbra con la luz del rayo, aquí al mundo. Después de comer, nuevamente sube al cielo por el mismo camino hasta llegar al cerro más elevado.
Antiguamente el Sol estaba casado con la Luna, pero un día se amargó con ella por el mal comportamiento de sus hijos, las Siete Cabrillas (estrellas), que cuando salían a pescar regresaban tarde a la casa. Entonces un día pelearon hasta decidir se-pararse. La Luna cogió a sus hijos y se los llevó, lloró junto con ellos y subieron al espacio, arriba de la ciudad de las almas, un poco más abajo de donde vive Kémari. De esa manera la Luna sale a alumbrar junto con sus hijos en la noche. El Sol se fue solo, por otro lado. Pero Kémari, al ver que estaban peleando, se amargó. El Sol se hizo rojo, por avergonzado, y allí quedó hasta el día de hoy.

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